¿Que extraños demonios
habitaban tu mente, chiquilla?
¡No fue tu culpa!
No sabías al nacer, cuál sería
tu desafortunado destino.
Cruel ha sido la vida contigo,
mas a pesar que erraste el camino
se dejaba ver en tu imagen un ser de luz.
Cuánta desgracia pasó sobre ti
en tan pocos años de vida.
Los árboles crecen hacia el cielo
y tu elegiste uno de ellos
y remontaste vuelo.
Era otoño en Camarillo
cuando borraste definitivamente
esos escarnios vividos,
que atormentaban tu tan joven
y tan desamparada existencia.
Jorge Horacio Richino
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